<> ARQUITECTURA E INGENIERÍA ESPACIALES.
El arte de proyectar y construir edificaciones en el
espacio y otros cuerpos celestes distintos del nuestro, y de aplicar
técnicas en las mismas, tiene en estos casos una concepción básica
igual a la terrestre. Sin embargo, en nuestro planeta una de las
premisas de la arquitectura e ingeniería, la gravedad, es una constante
que no altera en discontinuidad otros parámetros. Otras condiciones de
la arquitectura e ingeniería son los materiales a utilizar y el destino
o utilidad que se pretende para un lugar concreto. La arquitectura e
ingeniería astronáuticas están pues delimitados por cuatro cuestiones
básicas: lugar, uso o destino, materiales y gravedad. Se excusa decir
que en cualquier caso se busca la economía de las construcciones y los
materiales dentro de su solvencia.
La finalidad concreta de la construcción en el
entorno donde se va a situar y los medios a utilizar son, dicho de otra
manera, los parámetros básicos que condicionan y configuran las
construcciones espaciales.
De alguna manera, la arquitectura espacial, sea en
una órbita o en un cuerpo celeste, no es sino la extensión de la
ingeniería misma con que se construye una nave espacial, una sonda o
cualquier vehículo sideral, pero con algunas matizaciones. La
construcción orbital siempre será distinta de la hecha sobre una
superficie; por ejemplo, en órbita siempre serán precisos sistemas de
propulsión (cohetes) y en una superficie no, salvo que se vaya a
desplazar la construcción, en cuyo caso el sistema motriz nos será un
cohete sino otro (eléctrico o motor de otro tipo) y una estructura para
rodar o desplazarse.
La primera condición será pues la que nos fija el
lugar de destino de la construcción, el entorno, el medio. Sus
características definirán las de la construcción. El uso hará que tales
características se ajusten a la necesidad creada.
Pongamos por caso un habitáculo para vivir. No es
igual el tratamiento constructor en la microgravedad que buscar el
mismo fin en la superficie de cuerpo celeste, donde la gravedad es
distinta de uno a otro. El arriba y abajo pierde el sentido terreno en
la microgravedad orbital pero lo vuelve a recuperar en gran medida en
las superficies planetarias o de sus satélites. En la microgravedad, no
hay suelo ni techo verdaderos pero hay que dar psicológicamente esa
idea y en los interiores las construcciones tratan de buscar motivos
para dar la impresión de paredes, suelo y techo.
Uno de los lugares posibles es pues un entorno
orbital sobre cualquier cuerpo celeste que quedará definido por la
microgravedad y cuyas formas posibles tienen como destino el que se
pretenda: nave espacial, estación, base orbital, plataforma o cualquier
otra concepción. Dentro de cada una habrá los sistemas de sustento
vital, habitáculos de investigación, observación, etc. Los materiales
vienen a ser los mismos que los utilizados en la fabricación de naves,
estaciones y demás ingenios ya vistos. Los mismos, como es obvio, han
de ser lo más ligeros, resistentes y duraderos posibles. Es todo lo
visto ya en los capítulos sobre vuelos tripulados.
El destino sobre una superficie planetaria o de sus
satélites quedará sujeto a las condiciones climáticas del cuerpo de que
se trate. Se considera la mayor o menor incidencia de la radiación, del
bombardeo micrometeorítico, de las temperaturas extremas, de posibles
movimientos sísmicos, y en los casos de atmósferas de las condiciones
de las mismas (velocidad, presión y dirección de los vientos y su
composición -arena, polvo, contenido en elementos ácidos, etc.- carga
eléctrica, etc.) y en general de todos los elementos erosivos posibles.
Es evidente que la protección pues de los habitáculos no puede ser
igual en Marte que en Venus. En las superficies con gravedad la cosa es
pues más parecida a las condiciones terrestres con el añadido de los
sistemas de presión y atmósfera respirable y protección contra
radiaciones, el factor térmico y también la eliminación de residuos.
La mayor o menor gravedad en estos casos exige
respectivamente un menor o mayor anclaje del habitáculo. Una estación
sobre un asteroide, salvo que se clave en el mismo un anclaje
suficiente correrá el riesgo de salir despedida con el menor impulso,
en tanto que en Marte, la sujeción al suelo estará condicionada por los
vientos y otros factores que por su importante gravedad. El aislamiento
térmico será más o menos común en todos los casos, dado que si bien en
cuerpos celestes cercanos al Sol la intensidad de éste exige protección
contra el calor y la radiación, en las partes de sombra está el otro
extremo. En una órbita alejada, en el entorno por ejemplo de Júpiter,
el frío determina un aislamiento equivalente. En la superficie de un
cuerpo, puede servir en gran medida de aislante contra micrometeoritos,
radiación e incluso para paliar las temperaturas extremas. Para el caso
lunar se han hecho estudios y pruebas de fabricación de materiales
aislantes con el propio terreno selenita.
En los casos de construcciones orbitales, en la
microgravedad, se hacen notar factores como las tensiones en las
estructuras, la distorsión de materiales por temperaturas extremas, y
la conveniencia de las arquitecturas modulares. Las estructuras
resultan más viables montadas mediante acoplamiento con sistemas
mecánicos de encaje que permitan una continuidad del hermetismo
ambiental. Pese a que en un principio se hicieron pruebas de soldadura,
la tendencia posterior fue evitarlas. Se resalta pues la facilitar para
el montaje, pero también para el desmontaje si llega el caso. La
utilización de módulos no solo ha venido marcada por la necesidad de
uso de partes que puedan ser sustituibles o más fácilmente
desmontables, sino por la economía de la satelización de cargas o pesos
no muy grandes.
Por otra parte, las formas finales resultantes de
las construcciones espaciales en una órbita, en los casos de girar por
encima de atmósferas planetarias, han de tener presente que una
exposición poco aerodinámica al avance en bajas altitudes supondrá un
frenado de la velocidad orbital y por tanto una lenta caída. En estos
casos, o bien se eleva la órbita o bien se confiere una forma
aerodinámica o de la menor superficie expuesta al sentido del avance.
Los movimientos con grandes cargas en la
microgravedad (por ejemplo, en los acoplamientos con naves o grandes
módulos, o bien en los cambios orbitales con uso de motores) los puntos
más expuestos a tensiones serán los de acoplamiento; una fuerza
desproporcionada ocasionará una tensión, fisuras y hasta la rotura.
Las construcciones manuales en la microgravedad
contienen para el operario una serie de problemas añadidos. Así, cosas
tan sencillas en la gravedad como girar un tornillo hace que en el
espacio gire el operario con la llave, y lo mismo ocurre con otros
utensilios, por lo que las herramientas necesitan ser especiales. El
apoyo del suelo se sustituye con el apoyo en otras partes para
solventar el problema. El concepto de la construcción, las formas, las
técnicas, todo cambia en el espacio.
En grandes construcciones, las estructuras
hexaédricas (como los panales) son quizá la forma básica ideal junto a
las tetraédricas y tubulares. Para hacer montajes de grandes
estaciones, bases o ciudades y todo tipo de construcciones modulares,
la limitación impuesta por los lanzadores hace que aun sus formas sean
cilíndricas y menores, si bien también pueden ser modulares. La ventaja
es que en el espacio, en la microgravedad, no hay linderos y la
expansión constructiva no tiene más límites que la propia capacidad que
se quiera imprimir (prescindiendo de las limitaciones económicas). En
la microgravedad la expansión modular solo tiene su límite en las
necesidades impuestas por el exterior (observaciones astronómicas, de
un suelo planetario, de la captación de luz y energía solar, etc.).
Hay que resaltar también que las tecnologías de la
arquitectura e ingeniería espaciales repercuten o pueden ser aplicables
luego en las construcciones terrestres, como en el caso de tecnologías
eléctricas, termoeléctricas, de climatización, calefacción, etc.
Con la vista puesta en las siguientes décadas para
construir bases habitables en la Luna e incluso en Marte, la NASA
invitó en 2019 a varias empresas estadounidenses a presentar proyectos
de hábitats o casa en tales entornos. Reservó al respecto un
presupuesto de 26,6 millones de euros a repartir por iguales partes
entre dos centros de investigación para un período de 5 años. Se
pretende así el desarrollo de la tecnología necesaria para afrontar el
nuevo reto necesario para el uso a largo plazo de bases fuera de la
Tierra. Las dos entidades elegidas serían HOME y RETHi. La primera
cuenta con el apoyo y asistencia de 7 universidades y las empresas
Sierra Nevada, United Technology Aerospace Systems y Blue Origin. RETHi
también es asistida por universidades y especialistas en diversos
campos, como el de la robótica. Se contempla en todo caso la
fabricación de componentes, piezas o partes con impresión 3D y el
aprovechamiento de los materiales nativos para ello.
Como complemento o ampliación de este apartado cabe
considerar otros relacionados que se pueden consultar para evitar la
repetición de su contenido, ya visto pero enfocado desde otros puntos
de vista:
Nº |
Subcapítulo |
Considerar |
9 |
Casi todo (materiales, estructuras, etc.). |
|
20 |
Algunas partes referentes a sistemas. |
|
28 |
Lo relativo a las condiciones climáticas planetarias. |
|
39 |
Algunas partes relativas a la colonización planetaria. |